Críticas de Arte

Ainize Txopitea vindica una celebración vitalista de la imaginación creadora que da forma a la experiencia y a otras tentativas existenciales. Bajo la premisa de que «The time is now» (el tiempo es ahora) presenta un conjunto de obras que exploran una constelación de interrogantes que se renuevan sin cesar: así, nuestra identidad contemporánea, la experiencia del tiempo, la relación con la naturaleza, la misteriosa estructura fractal que se reconoce en numerosos entes vivos, el enigma de las imágenes y sus mestizajes con la escritura, o las formas de la disidencia frente a las múltiples casos de desigualdad y alienación presentes en el mundo y la vida. Las tomas de posición de esta artista despliegan un hacer visual y poético que manifiesta una verdad narrativa, un ethos crítico. Su exploración racional, intuitiva y pasional se bifurca por múltiples senderos reales e imaginarios, para rescatar a veces futuros olvidados.

Tras una estancia formativa en Londres, sus primeras obras anudaban un logos racional e intuitivo que se expresaba a través del procedimiento collage, que acumula una larga memoria desde las vanguardias dadaistas, surrealistas y constructivistas. Sabido es que el collage cifra una poética del encuentro de lo que es dispar o heterogéno para configurar imágenes inéditas, sentidos otros que impugnan la realidad convencional. En el caso de Ainize Txopitea, esa póetica está presente en sus primeras obras mediante el ensamblaje de textos, imágenes y signos tipográficos reconocibles en libros de artista y proyectos digitales como Cyberpoetry (2002) y Yochaos (2003), y también en obras como Langu(im)age (2005), una cartelería poética que integra una serie de 24 posters. Una reminiscencia de la idea del manifiesto, en su diferentes modalidades de las vanguardias modernas, se actualiza sin un telos predederminado, como un agit-prop poético-crítico.

En los últimos años ha perseverado en ese modo de construcción de imágenes: una lógica ficcional que parte de una apropiación de imágenes y palabras. Compone formas críticas, reflexivas y, siempre, de índole poética. Modulan sus nexos como imágenes dialécticas donde relampaguea una intuición, un afecto o un saber crítico. Representa metáforas visuales que enuncian un resto irrepresentable: ¿acaso esos rostros borrados en sus series Future in the past, o transformados en formas geométricas en Burning Portrait (2018) o en la serie Resistance (2018) no dan cuenta de esa dificultad para representar lo más singular de la figura humana: el rostro? Hay un enigma que no se desvela nunca y que las imágenes vendrían a custodiar.

La figura del triángulo equilátero, tan presente en su identidad artística, porta una multiplicidad de derivaciones simbólicas. Como figura geométrica elemental ha ido adquiriendo significaciones simbólicas y representativas en áreas como la filosofía, lógica, alquimia, arquitectura, psicología, astronomía. Pero también adquiere predicados simbólicos en las religiones, en escuelas místicas y en cofradías mágicas o en masónicas. Algo de todo ello, como síntesis de la conexión del ser humano con el mundo, lo sagrado y lo armónico pareciera rememorarse mediante esa forma trazada con el verde ecologista, pero asimismo se conecta con el imaginario de logos utilizados por algunos movimientos de emancipación. La tensión de la forma condensada en ese triángulo superpuesto a estructuras informes de ramas definen un manifiesto visual; del mismo modo que el lema de esta exposición "The time is now" es un alegato vital para no postergar anhelos en una temporalidad que está, como la humanidad por venir. La utopía de las vanguardias artísticas y su proyecto civilizatorio se han desvanecido en la creación contemporánea, y el poder del arte para proveer figuras de lo imaginable aspira a ensanchar la experiencia del presente como un laberinto con galerías hacia el pasado y el futuro. La desesperación disidente y colectiva del punk en los años ochenta (No future) toma formas menos histriónicas en prácticas como el rap y en otros devenires vitalistas, amables y poéticos como en el tema Finisterre (2002) de Saint Etienne: «Finisterre, to tear it down and start again / Think about the love back in Finisterre». Otros modos de ser/estar juntos y juntas para explorar cómo cambiar la vida y transformar el mundo, para dar forma a las paradojas que recorren toda tentativa resistente o disidente o para resignificar los nexos entre lo estético, lo ético y lo político forman parte del telos de algunas prácticas artísticas contemporáneas. Ainize se inscribe en ese propósito que litiga en la búsqueda de subjetividades más libres y solidarias.

El arte, como potencia de creación espiritual, está presente en el origen y evolución de la especie humana, como ya observara Darwin en su investigaciones realizadas en el último tercio del siglo XIX. Frente a mitos heterónomos (Prometo, por ejemplo) o religiosos (la creación divina de todo lo existente), Ainize expone de modo irónico su pieza Evolución (2017): un Homo sapiens evolucionado capta, a través de un dispositivo fotográfico, un mono. Un hito temporal de más de 100.000 años queda así conectado en ese encuentro de miradas fraternas. Frente esa imagen no podemos dejar de evocar como contrapunto la celebre alegoría de La creación de Adán representada por Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina.

En una de sus piezas de la serie Visual Poetry, la artista se pregunta «Is this the end?». Frente a la determinación trágica reconocible en el célebre tema The End, de The Doors, Ainize deja abierta la respuesta. La percepción del tiempo puede tener una significación ambivalente y lo sustantivo reside en la dimensión creadora del tiempo imaginario que puede condensar o expandir nuestra experiencia o religar de modo extraño el pasado, el presente y el futuro. Las imágenes de esta muestra vendrían a postular ese dispositivo extraño. Detengámonos por un momento en un aspecto melancólico e irónico que cabría reconocer en algunas imágenes. La imagen anónima de cuatro rebeldes enmascarados de la obra Wrong War (2017) pareciera revelar al mismo tiempo el ejercicio melancólico por rescatar futuros olvidados, rebeldías truncadas, y la constatación del extravío de la idea de revolución y de tantos sueños colectivos que han terminado construyendo otros infiernos para la libertad y la igualdad. Melancólicas también me parecen las imágenes de la serie Resitance, dado que esos rostros, de nuevo enmascarados, manifiestan un énfasis reflexivo sin que podamos enunciar idea alguna.

Pero la dimensión más o menos trágica de esas imágenes se torna más celebrante en la serie que protagonizan mujeres en la serie de fotocollages que denomina Interstellar. Esas figuras, que pertenecen a las primeras décadas de siglo XX, se inscriben en un paisaje de amenazas celestes que lejos de intimidar vendrían prometer otra vida plena. No extraña entonces que la propia artista conciba esa serie como un film noir futurista: la afirmación del peligro y del conflicto como promesa salvífica. Borrar las huellas, postulaba Benjamin, para dejar paso a una vida nueva. O se trata también de escapar de modo imaginario a otros universos para hacer más habitable el nuestro, o para pensar en cómo evitar su degradación catastrófica. El triángulo verde rememora esa inquietud.

Su interés por la ciencia del caos y las teorías de las catástrofes motivaría una relectura poética, una apropiación plástica de una estructura de conocimiento. Como es sabido, esas teorías sostienen que una causa leve en interacción con una multiplicidad de fenómenos complejos puede tener consecuencias catastróficas. Le inquieta establecer una analogía en el ámbito de la imaginación y la psique humana, cuya estructura es un flujo de representaciones, afecciones y deseos sin fin. Dado que la creación artística permite dar forma o cartografíar el caos (Deleuze y Guattari), y las imágenes pueden ser pasaje y abertura hacia el abismo, este conjunto de obras permite explorar sus tentativas sin desvanecer el residuo de misterio inscrito en las mismas y que nuestro juicio estético y crítico recrea.

Por último, una nota sobre la idea de fractal que es muy recurrente en esta artista desde sus primeros trabajos. La geometría fractal llega a formalizar aquello que se resiste al paradigma euclidiano y está misteriosamente presente en numerosas formas de la naturaleza. De nuevo una aproximación analógica le permite establecer parentescos entre esas formas estructurales complejas que integran otras formas semejantes (un sistema venoso, los copos de nieve, la trama de una hoja, ...) y otras formas de la naturaleza o la naturaleza humana: un conglomerado de actos repetidos, iterativos y metamórficos. Sostiene que los seres humanos somos también el resultado de un patrón fractal en constante expansión. Por suerte ese patrón está siempre hecho y por hacer. Y la indagación visual, estética, poética y crítica, como la ejerce Aine Txopitea a través de sus obras, nos invita a pensarnos como seres complejos, complementarios e itinerantes. Rituals of Love fue el título de una muestra que celebró en Zarautz (2015). El impulso amoroso es una vis formandi, una suerte de fractal que informa sus trabajos pasados y presentes. 

Fernando Golvano. Crítico de Arte, Comisario y Doctor en Filosofía en el área de Estética y Teoría de las artes.


"I could feel the energy of your poetry, and it is intriguing and electric! You know, after a while that is all I remember from sites. I rarely remember individual lines that people have written, but I do remember the energy of the work. And, working on the Web, I often try to create work that does not require to be read to be understood, because the Web is international."

Jim Andrews
Writer & Artist Programmer. Seattle, USA.

"Ainize, your work is among the most beautiful I have seen. They may be THE best; they create an emotional environment that sweeps through my head like a warm wave on a tropical reef, where one feels the certainty that blood and salt water are nearly identical. Thank you for sharing that emotional and sensual depth, it is truly extraordinary. The pure abstract beauty of the sound, rhythm, of your poetry, is beautiful in its own way. "

Joe Cantrell

Sound Artist Performer. San Diego, USA

Ainize deja que sus creaciones sirvan para que el visitante explore su imaginación. Cada parte del cuerpo humano puede representar una ilusión o un recuerdo. Mensajes, formas, movimientos... saltos e interactividad. Ideas acompañadas de música, que crean evolución. Un despliegue de sensaciones y manejo artístico de las nuevas aplicaciones.críticas de arte sobre el trabajo.

Antxón Sarasqueta
Periodista & Escritor, Madrid.


The flight of time

De casta le viene al galgo. Ainize es hija de Daniel Txopitea, uno de los mejores pintores surgidos en Euskal Herria durante los años setenta. El arte lo ha bebido a sorbos desde siempre, como algo natural. Una actitud necesaria que permite vivir las experiencias de modo más pleno y consciente.

De su padre ha heredado no sólo sus rasgos físicos sino también la sed creativa, una especial vinculación entre la reflexión y el sentimiento y sobre todo el uso de la palabra y el encuentro de las imágenes, pero sin embargo el trabajo de ambos no tiene nada que ver entre sí. Para Ainize Txopitea, la poesía forma parte de la plástica y constituye un todo visual. La obra es un embrión que complementa ambos medios, puede ser leída con fruición y contemplarse lentamente. Está abierta a las sensaciones, se desarrolla en el espacio y crece en el tiempo.

Como la pintura, la poesía, dice la famosa máxima de Horacio. Pero nada de estar separadas como antaño, sino de implicarse mutuamente, de relacionarse para ampliar posibilidades expresivas. En algunas ocasiones une frases e imágenes recogidas de los medios de comunicación. Trabaja en forma de collage y va añadiendo elementos que decantan huellas y rastros del proceso. Los textos manan a vecds sin cesar y habitan la obra, como un torrente. En otras,  la presencia tipográfica es menor y las fotografías son originales. En ciertos casos, es ella misma es la protagonista.

La artista deja jirones de sí, pone en valor situaciones, implica y sensibiliza hacia referentes íntimos o afronta cuestiones colectivas. El yo se implica tanto usando la primera persona como mediante la propia imagen de la autora. Un autorretrato sincero que hace suyo el recuerdo de lo vivido, maneja situaciones y manifiesta sentimientos e ideas respecto a todo tipo de cuestiones.

Más allá de lo que se percibe, está el misterio de lo que se oculta. Una excitación implicada. La intermitencia de lo latente, como un semáforo que se enciende y lanza señales. La recuperación del deseo. El remojo de lo que excita. La ocultación que comienza a abrirse. Ainize Txopitea atrapa una prisa se que congela. Como dice en una de sus obras, "El tiempo es el silencio que vuela".

Xabier Sáenz de Gorbea
Historiador y Crítico de Arte, UPV/EHU Bilbao.


Origen como Destino

En todo viaje (incluso el creativo) no hay lugar más prohibido que aquel del que partimos, salvo cuando el lugar viene con nosotros. Eso se advierte en la obra de Ainize Txopitea.

Ella empieza en la poesía, pero éste (ella lo sabe) también es su destino. Por eso no toma partido por un camino u otro (llevando el camino con ella cualquier territorio se hace transitable). Por eso en ella convive lo que vuela y lo que se arrastra, lo escondido y lo visibilizado, la palabra y la imagen (hecha o capturada) como signos de un mismo deseo, a veces soñado, a veces sentido en el cuerpo y siempre hecho lenguaje, lanzado al mundo, para que el mundo lo lea en su mismo idioma, ideogramático, híbrido, fragmentado, múltiple, sin disciplinas que lo limiten, claro y contradictorio, perturbando el arte de una época banal desde dentro y con la única réplica vital posible: la poesía. Y ella parece decir: "Aquí os dejo mi piel, en el signo (culmine pájaro o letra)".

Versos trasmutados en imagen, esperando en palabra o sin barrotes que la limiten a un solo lugar en que posarse. Ella lo sabe y juega a que la domestica en recintos planos y rectos, sabiendo que la pregunta, la palabra (incluso la no dicha), no habitan solamente donde se escribe y, por eso, si lo observan advertirán que una ausencia circula en todas sus obras. Como si, habiéndose derramado en ellas, un halo post-matérico quisiera llevarse algo para sí, ocultando o tachando. Ella lo sabe. Lejos de desaparecer, lo tachado y lo tapado (no duda, no error) se vuelve diacrítico. Y queriendo esconderse se hace más visible. Como aquello que tememos que nos arrebaten y para evitarlo fingimos que ya lo hemos perdido nosotros "voluntariamente", que está desechado, para sólo así salvarlo.

Por eso en sus obras late una ausencia, de indeterminación, de posibilidad. Aquello que sin ser negociable se pone en cuestión para que aparezca en quien observa o lee: los lazos que vinculan los fragmentos de un paraíso despedazado de sueño y naturaleza. A modo de hilo invisible esa ausencia contiene un mensaje para quien quiera le(v)erlo (guardada en un sueño está la llave).

Allí donde su obra culmina siempre tres visiones conversan: naturaleza, sueño y lenguaje y entre ellas: el cuerpo (naturaleza) y la máquina (sueño) fundidas ciborg con hilos del telar de Ada (hilos que escriben). Ella no es un ella-collage-sin sentido, ella es mujer. Ella está en la imagen robada al cielo, al agua o a la tierra, recompuesta con ceros y unos. Un océano de posibilidades que se van y uno al que llegamos.

Pero estos océanos parecen ser circulares y cuando creemos salir de ellos nadando, en botella de cristal o en barca, nos damos cuenta de que se funden en las mismas aguas. Como si el trazo del lápiz y la manipulación tecnológica nos llevarán al mismo lugar, un lugar futuro donde seguimos viendo lo mismo que allí de donde salimos, que allí de donde venimos. En el viaje creativo los signos parecen rememorar hipótesis rituales y antropológicas sobre el origen poético y afectivo del lenguaje. Y éste también como su destino.

Allí los signos y las palabras casi nunca se recomponen sobre el blanco (como la vida, la letra tiene su imagen-contexto). Bajo las palabras la imagen no ilustra, se mimetiza, y el conjunto final parece surgir de un filtro que destila poesía, curiosamente un filtro cuyas gotas nunca son homogéneas.

Hay en ella una salida catártica ante la vida, la muerte, el tiempo y el amor. Un destino que parecen seguir sus instrumentos gráficos (también se duelen y tienen corazón) y por eso la mina rota sangra líquido rojo, vaporoso, deshilachado y etéreo, como lo que ha dejado de escribir ¿Qué sino amor puede producir un lápiz de venas rojas cuya sangre vuela en el aire?

Hay además un intento de recuperar el rostro evidenciando su pérdida, o de agarrarse al cuerpo cuando se intuye su menoscabo. No es tanto lo que escribe en la espalda, floritura del despiste, mensaje paralelo, sino lo que abrazan sus manos, quién abraza su cuerpo. La necesidad de agarrarse a sí misma para ser, para impedir que desaparezca, para amarse y que el cuerpo no se desvanezca desalentado por la máquina, fragmentado entre los sintagmas, palabras y letras de tantos lenguajes que la visten.

Porque en el cuerpo hierven las palabras que a veces de manera incontenible consiguen escapar por la carúncula lagrimal, por el pelo, por la boca. Sólo es posible contenerlas cerrando los ojos, dejando de ver. Sólo tachando los ojos (con las manos) es posible verse a sí misma, ver el cuerpo y recuperarlo antes de que se deshaga fragmentado en letra.

La puesta en escena del caos y el orden no se hace desde la alternancia de ambos, sino desde su implosión, como quien actúa pensando: Con esto no me basta. Debe haber más que una cara y su reverso, algo al otro lado del otro lado. Seguro que alguien, al igual que yo, puede verlo. Ella (la obra de Ainize Txopitea) es poesía. Y ella parece decir: "Aquí os dejo mi piel y no sólo lo profundo".

Remedios Zafra
Escritora, ensayista, profesora en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla.


Rituals of Love

`Rituals of love´ se presenta como una antología del trabajo reciente de Ainize Txopitea. La exposición contiene varias series bajo un mismo título: la necesidad de asumir el amor no tanto como una defensa contra el mundo, sino como una defensa para el mundo. El amor como elemento de consolidación panteísta, unificador de la creación, primigenio e inalterable con los siglos y en oposición a posteriores planteamientos monoteístas, divisorios, soporte original del patriarcado y de las estructuras de sujeción. Alude a las hoy llamadas ¨mitologías¨ primarias que se encuentran en casi todas las culturas, -en euskera podemos citar a Mari de Muru o Amalur- pero en una especie de velado homenaje a un sistema femenino no deísta (...) Ainize es una artista que quiere romper las estrecheces que cualquier sistema de pensamiento impuesto o impuesto puede poner en su camino. Esta exposición se presenta como una serena manifestación del amor como patrimonio de todos los seres, como sistema global equilibrado y nutrido por aquellos rituales a los que alude y acompaña al ser humano desde su origen, compartiéndolos con el resto de los animales y especies vegetales del planeta. Son el sistema, la razón del mundo, no uno de sus efectos. Esto es significativamente subversivo, en la medida en que confronta el sistema lineal de pensamiento occidental, propugnando un retorno a esos otros sistemas circulares, espirales, no lineales, que marcaron los primeros e importantes pasos cognitivos de nuestra especie.


Guillermo Espinosa
Comisario independente & Periodista Cultural, Madrid.


La palabra como protagonista

Quizás por ser hija de un pintor, Ainize Txopitea se mudó a Londres hace 10 años, para empezar de cero y buscar su identidad como artista, bastante alejada de las connotaciones de su apellido. Ahora expone con frecuencia, también en el País Vasco e incluso junto a las obras de su padre, porque ya ha encontrado su propio lenguaje.

A través de sus collages, la artista desglosa su mundo interior y sus inquietudes, dotándolos de todas las combinaciones posibles que facilita la tecnología informática. El ciberespacio es también un lugar para la poesía de Ainize Txopitea, en el que se encuentra cómodamente y donde ha encontrado un estilo muy personal hacia el arte.

La investigación se mezcla con la creación y la imagen con la palabra de manera armoniosa. La palabra en primer lugar, es el motor creativo y sugerente para el desarrollo final de la obra. Pero además, la tipografía elegida en cada caso se convierte en el dibujo de la palabra, parte expresiva y compositiva del conjunto. La artista lanza mensajes visuales que penetran profundamente en el espectador, con los que provoca sentimientos y reflexiones.

En ocasiones, los títulos desaparecen para facilitar que la obra permanezca abierta y sujeta a diferentes interpretaciones. El tema femenino aparece con frecuencia en las fotografías escogidas. Mujeres pertenecientes a otras culturas y otros periodos históricos, destacando este rol femenino frente al masculino. Pero ese no es el único mensaje, su posición social está presente cuando muestra a mujeres explotadas, o vencedoras, sometidas o reinantes, adoptando roles impuestos o voluntarios, y todo ello en una composición en la que, además de la fotografía, las pinceladas de color intervenir. , los papeles rasgados y por supuesto el texto como protagonista.

Carmen Gonzalez-Borrás

Directora de la Galería 100 Kubik. Colonia, Alemania.






Cyberpoetry.net

La obra de Ainize Txopitea indaga en la memoria como forma de encuentro con ese yo desdibujado y fragmentado, con una inocencia que se sabe desgarrada y extinguida en una realidad/urbanidad asfixiante, incluso militarista. Responde entonces a una ontología problemática. Se celebra y, al mismo tiempo, se rechaza como parte inseparable del principio del ser. Ese valor tecno-ontológico que el autor expone al cibernauta como un "espectáculo de la imaginación, y por tanto íntimo,". Si, según el autor, "la complejidad de un diseño subliminal es también poesía", la creación poético-ontológica se bifurca ahora en busca de una conexión célebre, pero también angustiosa.

Tina Escaja
Ensayista y Profesora de Literatura y Romances. Universidad de Vermont, EE.UU.



Langu(im)age

Fiel a la cultura visual de nuestro tiempo, la autora vasca Ainize Txopitea nos ofrece una serie de imágenes que son, en cierto modo, poemas visuales que comparten un tema de actualidad: la violencia. Signo y destino de nuestra época, la violencia social, política, sexual, informativa, cultural y contracultural se ha convertido en nuestra sombra acompañándonos en todo momento y en todo lugar.

La artista, receptiva a nuestros gritos cotidianos y anónimos, desenmascara en un abrir y cerrar de ojos desastres históricos motivados, creando un lenguaje o una "Langu(im)age", que es una crónica de mundos desolados y violados. Las imágenes de Ainize producen una crónica visual de crítica y denuncia; una escritura visual de protesta contra la violencia de cualquier tipo, contra la muerte del espíritu y contra la noción de arte entendida en compartimentos de disciplinas separadas.

Laura López Fernandez
 Crítica en Poesía Visual. Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda.


Poemas visuales que invitan a la reflexión

En una época en la que la indignación y el descontento parecen aumentar con cada nueva noticia que aparece en los medios, reivindicar el amor como método para solucionar los problemas a los que nos enfrentamos parece una idea subversiva. En él trabaja Ainize Txopitea, una artista que utiliza el lenguaje visual para ejercer una crítica socio-política-cultural a los sistemas impuestos. La donostiarra ha ido incorporando distintos lenguajes y formas de expresión en su obra; la pintura, el collage, el fotomontaje o las técnicas mixtas nutren actualmente la narrativa del artista, combinándose en poemas conceptuales que plasman visualmente las sensaciones vividas. Sensaciones y sentimientos que, como mujer, muchas veces han sido silenciados por la inercia de un sistema patriarcal. Por eso es común que su obra esté llena de mujeres de diversos orígenes y épocas, que buscan alcanzar una posición tradicionalmente desnuda. En una época en la que la indignación y el descontento parecen aumentar con cada nueva noticia que aparece en los medios, reivindicar el amor como método para solucionar los problemas a los que nos enfrentamos parece una idea subversiva.

Neo2 Magazine

Women in Collage

Ainize Txopitea's work, based primarily in collage, combines her personal female-centric creative universe with emotional and conceptual reflections on her thoughts and experiences.
Txopitea describes herself and her artwork, which shows through her use of colour to ask the question, "What is Life?"


Kolag Magazine, Canada.